Muchas veces los padres se ven incapacitados o paralizados ante las rabietas de sus hijos, sobre todo si estas se dan en entornos públicos o en lugares donde un padre o madre no puede salir de allí con el niño en cuestión.
Es importante saber que entre los 3 y los 6 años de edad de nuestros pequeños, las rabietas se van a incrementar en número e intensidad, siendo estas cada vez menores a medida que nuestros hijos crecen, si éstas han sido bien gestionadas.
¿Qué es una rabieta?
Una rabieta no es otra cosa sino comportamientos o arrebatos emocionales perturbadores o desagradables que se presentan con frecuencia en respuesta a deseos o necesidades insatisfechas. Las rabietas tienen mayor probabilidad de presentarse en niños pequeños o en alguien que no pueda expresar sus necesidades o controlar sus emociones cuando está frustrado.
Es importante identificar qué ha desencadenado o producido esa rabieta o berrinche en nuestro hijo, pues a veces puede ser en respuesta ante una necesidad de la cual, aun no están preparados para expresarla de otra forma, como puede ser que quiera estar en casa y no quiera salir con los padres, o bien, una estrategia para poner a prueba a los padres.
En el siguiente enlace, encontrarán las claves para gestionar una rabieta. Controlar una rabieta
Las más importantes son:
- Mantener un tono tranquilo y calmado cuando hablamos.
- Dar una ordena precisa y clara de lo que queremos que nuestro hijo haga.
- No amenazar con castigos ni gritarle.
- Esperar a que nuestro hijo se calme y entonces hablar con ellos.
- Explicarle el modo en el que se consiguen las cosas, explicándolo es mejor que gritando y llorando.
- Le decimos que tiene que pedir perdón y le perdonamos y OLVIDAMOS (muy importante no recordarle una y otra vez su error).
- Le damos la confianza de que sabemos que la próxima vez lo hará bien.
El siguiente enlace que os propongo es uno que a mí personalmente me encanta, me parece divertido y curioso a la par, porque se muestra la capacidad de manipulación emocional que puede ejercer un pequeñajo con sus rabietas.
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