¿Biberón o dar el pecho?

¿Seno materno o biberón?


Hace 70 años, si una madre preguntaba a su pediatra qué era mejor, el seno materno o el biberón, habría recibido una respuesta simple y directa: el método preferido es la alimentación con biberón. Al inicio de la década de 1940, la creencia general entre los expertos en cuidado infantil era que la alimentación al seno materno era un método obsoleto que ponía en riesgo innecesario a los bebés.

El motivo era que a través de la alimentación por medio de biberón, los padres podían saber exactamente la cantidad de leche que su bebé estaba recibiendo y que, por lo tanto, podrían asegurarse de que estuviera consumiendo los nutrientes necesarios. En contraste, las madres que alimentaban con leche materna a sus hijos nunca podían estar seguras de cuánta leche estaban tomando sus bebés. Se suponía que el uso del biberón también ayudaba a las madres a alimentar a sus bebés con un horario rígido de una biberón cada cuatro horas, lo que era el procedimiento recomendado en ese tiempo.

Sin embargo, en la actualidad, una madre obtendría una respuesta muy diferente a la misma pregunta. Los expertos en cuidado infantil están de acuerdo: durante los primeros 12 meses de vida, no hay mejor alimento para un bebé que la leche materna (American Academy of Pediatrics, 1997). La leche materna no sólo contiene todos los nutrientes necesarios para el crecimiento, sino también parece ofrecer algún grado de inmunidad para una variedad de enfermedades infantiles, como las enfermedades respiratorias, infecciones del oído, diarrea y alergias. La leche materna se digiere más fácilmente que la de vaca o la de fórmula, y es esterilizada, tibia y muy práctica para que la madre la dé. Existe incluso alguna evidencia de que la leche materna favorece el crecimiento cognoscitivo, que lleva a una alta inteligencia en el adulto (Mortensen et al., 2002; Feldman y Eidelman, 2003; Gustafsson et al., 2004).

La alimentación al seno materno también ofrece ventajas emocionales significativas tanto para la madre como para el niño. La mayoría de las madres nos cuentan que la experiencia de amamantar les trae sentimientos de bienestar e intimidad con sus bebés, quizá por la producción de endorfinas que se producen en el cerebro de las madres. Los bebés amamantados también son más receptivos al tacto y mirada de sus madres durante la alimentación, y se calman y consuelan con esta experiencia. 

La alimentación al seno materno también resulta beneficiosa para la salud de la madre. Por ejemplo, la investigación sugiere que las mujeres que amamantan registran menores tasas de cáncer de ovarios y de cáncer de seno antes de la menopausia. Más aún, las hormonas producidas durante la alimentación al seno materno encogen el útero de las mujeres después del parto, permitiendo a sus cuerpos regresar más rápidamente a su estado previo al embarazo. Estas hormonas también inhiben la ovulación, reduciendo (pero no eliminando) la posibilidad de embarazarse y, por consiguiente, ayudan a espaciar el nacimiento de otros bebés (Herbst, 1994; Ross y Yu, 1994; Altemus et al., 1995).

La alimentación al seno materno no es una panacea para la nutrición y salud del bebé, y los millones de individuos que han sido alimentados con leche de fórmula no deben preocuparse de haber sufrido un daño irreparable. (De hecho, investigaciones recientes sugieren que los infantes alimentados con una fórmula enriquecida muestran un mejor desarrollo cognoscitivo que aquellos que fueron alimentados con una fórmula tradicional.) Pero sigue estando claro el seno es mejor (Birch et al., 2000; Auestad et al., 2003).

Si las investigaciones están de acuerdo acerca de los beneficios de la alimentación al seno materno, ¿por qué en tantos casos las mujeres no amamantan? En algunos casos, porque no pueden hacerlo. Algunas mujeres tienen dificultades para producir leche, mientras que otras están tomando algún tipo de medicamento o padecen alguna enfermedad infecciosa, como el SIDA, que podría transmitirse a sus hijos a través de la leche materna. En ocasiones, los bebés están demasiado enfermos como para ser amamantados de forma adecuada. Y en muchos casos de adopción, donde la madre biológica no se encuentra disponible después del parto, la madre adoptiva no tiene más remedio que alimentar al bebé con biberón.
Para algunas mujeres, la decisión de no amamantar se basa en consideraciones prácticas. Aquellas que tienen trabajos fuera del hogar no disponen de horarios flexibles para amamantar a sus hijos. Este problema es especialmente cierto en mujeres con menor poder adquisitivo, quienes tienen menos control sobre sus horarios. Estos problemas explican la menor tasa de alimentación al seno materno entre madres de clase socioeconómica baja, quienes carecen del apoyo social necesario para amamantar a sus hijos (Arlotti et al., 1998; Cardala et al., 2003).

El nivel educativo también entraña un problema. Algunas mujeres simplemente no reciben la información y los consejos adecuados respecto a las ventajas de la alimentación al seno materno y eligen utilizar la leche de fórmula porque creen que es la mejor opción. De hecho, algunos hospitales, quizá de forma inadvertida, las incitan a emplear la leche de fórmula al incluirla en los paquetes de regalos que las nuevas madres reciben cuando son dadas de alta.

En los países en desarrollo, el uso de la leche de fórmula resulta problemático. Como la leche de fórmula viene a menudo en forma de polvo que debe mezclarse con agua, la contaminación del agua local usada para abastecerse vuelve peligroso el uso del producto. Algunas madres sumamente pobres diluyen demasiado la fórmula porque no pueden comprar la cantidad necesaria, lo que conduce a problemas de desnutrición o subalimentación en el bebé.

El apoyo educativo, social y cultural para la alimentación al seno materno es muy importante. Las mujeres necesitan conocer las ventajas de salud del hecho de amamantar y necesitan recibir información específica sobre cómo hacerlo. 

Aunque la alimentación al seno materno es un acto natural, las mujeres necesitamos un poco de práctica para aprender cómo sostener al bebé adecuadamente y cuál es la posición correcta del pezón para que el bebé pueda “agarrarse”. Las madres también necesitan ayuda para enfrentar los posibles problemas de pezones adoloridos.










Fuente: 
Desarrollo en la infancia.
Plan nacional de Lactancia materna de Colombia.

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