No pierdas tu esencia

Me gustaría compartir con vosotros esta historia que por desgracia suele ocurrir con mucha frecuencia en nuestras escuelas. En ocasiones educar se convierte en hacer lo que se espera de nosotros en cualquier entorno, ámbito, o momento; pero llevarlo al extremo a veces podemos ejercer una fuerza que hace desaparecer nuestra creatividad, originalidad y entusiasmo por lo que hacemos. En nuestro día a día, a veces nos vemos aletargados por una sensación de rutina que nos hace sentir insatisfechos con nuestra vida. ¿Dónde quedaron nuestros sueños? ¿Dónde nuestra particular forma de ver el mundo? Os dejo con esta historia de Helen Buckley.

“Una vez un niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz. 


Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: 
- Hoy vamos a hacer un dibujo. 
- ¡Qué bien!- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar. 

Pero la maestra dijo: 
- Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora -dijo la maestra- vamos a dibujar flores
Qué bien! - pensó el niño, -me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores. 

Pero la maestra dijo:
- Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. 

El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.



Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: 
- ¡Hoy vamos a hacer algo con barro! 
- ¡Qué bien! -pensó el niño- me gusta mucho el barro
Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.


Pero la maestra dijo: 
- Esperen, no es hora de comenzar -y luego esperó a que todos estuvieran preparados.- Ahora, -dijo la maestra- vamos a moldear un plato. 
- ¡Qué divertido! -pensó el niño- A mí me gusta mucho hacer platos. Y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños. 
Pero la maestra dijo: 
- ¡Esperen! yo les enseñaré cómo -y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.- Aquí tienen, -dijo la maestra-, ahora pueden comenzar. 

El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.

Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas. 

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer. Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: 
-¿No quieres empezar tu dibujo? 
- Sí, -dijo el pequeño- ¿qué vamos a hacer? 
- No sé hasta que tú no lo hagas, -dijo la maestra. 
- ¿Y cómo lo hago? -preguntó. 
- Como tú quieras -contestó. 
- ¿Y de cualquier color? 
- De cualquier color -dijo la maestra. 
- Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? 
- Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde".


Conservar el estilo propio, tus propias ideas y tu originalidad son una de las cosas más complicadas a día de hoy. Creemos que por seguir un canon, una norma, todos seremos más civilizados, y eso es cierto, pero si eso lo extrapolamos a todos los ámbitos de nuestra realidad, podemos perder esa esencia que nos hace únicos e irrepetibles

Tengo un hijo adolescente

La pubertad es una etapa crítica tanto para los chicos y chicas que pasan por ella, como para los padres de estos. Me quiero referir con crítica a un periodo de cambio, donde los adolescentes van asentando sus bases de personalidad, su autoconcepto y su estilo relacional social. Todo esto se construye a partir de una serie de cambios hormonales que están predefinidos desde la gestación y que es en ese momento donde se activan, produciendo cambios físicos, como la tendencia desarrollar fisicamente hacia una apariencia adulta, que es lo más evidente a simple vista. Pero ahora, esta activación hormonal no va a afectar sólo en su apariencia física, sino también en su orientación sexual, sus pensamientos se vuelven más complejos, más "filosóficos", y las relaciones parentales pasan a un segundo plano, siendo las relaciones entre los iguales primordiales. 

Empiezan a explorar el mundo, igual que a finales del primer año de vida, donde al comenzar a andar, comienzan a explorar su entorno; igualmente ahora exploran el mundo desde su intelecto, desde su forma más racional, haciéndose preguntas tales como el sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad, el sentido de la muerte, probando diferentes formas de vestir, orientando su imagen y sus gustos a roles y estereotipos marcados. Esto sucede además por un intento de definirse como individuo, por la necesidad de ser alguien diferenciado y es por ello por lo que buscan y cambian de estilos de ropa, cambian de grupos de iguales, etc. 

En casa, estos cambios afectan a la relación con la familia, pues pueden optar por una forma de vestir o por estilos de musica muy diferenciados con los de sus progenitores y esto, en muchas ocasiones, crea situaciones de conflicto. Aquí los padres, tienen que mostrarse flexibles, dando una tregua en aspectos como horas de recogerse, estilo de ropa, y volumen de música por ejemplo. Esto no quiere decir, que los padres tengan que pasar a ser los "colegas" de sus hijos, invitarlos a una copa cuando salgan o dejarles recogerse por las noches a la hora que ellos quieran. Nada de eso, los hijos, tengan la edad que tengan, necesitan unos padres, aunque a esas edades, se sientan en un segundo plano, es en realidad el papel que tienen que ejercer. Los ejemplos que he puesto antes, son los más comunes y llevaderos, pero pueden darse conductas de riesgo como probar sustancias adictivas o realizar conductas de riesgo tales como montar en moto o en coche sin carnet. Es por ello la importancia de que los padres tienen que ser flexibles y negociar con sus hijos los limites, pero no imponerlos, pues conseguirían el efecto contrario, la rebeldia por parte del adolescente, ni dejarlos que hagan lo que quieran, pues son los tutores legales y los responsables de todo lo que les pase. 

Pero, ¿porqué aparece la pubertad? ¿porqué tantos cambios? ¿porqué parece que los jóvenes no piensan en las consecuencias? Pues bien, aqui entra a formar parte nuestro órgano vital más importante que regula el comportamiento humano, el cerebro. Cuando un bebé nace, el cerebro está predefinido para desarrollarse, pero aun no está desarrollado. Es como la analogía del ordenador: Compramos un ordenador que está compuesto por todo lo necesario para que funcione, pero que le falta la instalación de los programas y poner en marcha su sistema operativo. Pues con el cerebro pasa igual: al nacer, está en blanco pero, geneticamente preparado para recibir información sensorial, procesarla y aprender de ella, crear nuevas conexiones sinápticas y por tanto recuerdos,  conocimientos, etc. Durante la adolescencia, existen partes del cerebro como la corteza prefrontal (que es la parte más exterior del cerebro situada sobre los globos oculares) que están en proceso de desarrollo. Esta parte se encarga del desarrollo de la personalidad,  planificación y por tanto prever consecuencias. Si reflexionamos por un instante, podemos ver como son aspectos de los que carecen en alguna medida los adolescentes, siendo por tanto al principio de su edad adulta (19-22 años) cuando está  desarrollada. A continuación os dejo un enlace sobre una investigación que se ha desarrollado para ver los diferentes cambios cerebrales que se producen en la adolescencia. Cambios cerebrales en la pubertad

Por esta razón, podemos llegar a comprender porqué nuestros chicos adolescentes en ocasiones pueden mantener relaciones sexuales sin protección, consumir alcohol, parece no importarles suspender o no parecen comprender el riesgo que supone montarse en un coche tras haber bebido. Se dan una serie de factores de riesgo que promueven la probabilidad de que sucedan como son:


  • Hormonalmente están preparados para mantener relaciones sexuales.
  • Están abiertos a probar experiencias nuevas.
  • Sus amistades son lo más importante y no quieren defraudarles. Necesitan ser aceptados.
  • Su imagen y su aspecto tiene que ser lo mejor, lo perfecto, pues quieren gustar y diferenciarse.
  • Al ser tan reflexivos creen saberlo "todo" y no les gustan seguir las normas.
Es por tanto muy importante escucharles y hacerles sentir aceptados. No hay que empezar a los 12 años, sino desde pequeños, poniéndole objetivos razonables y metas alcanzables, para que su autoestima vaya a la alza, y su visión de los padres no sea negativa. Negociar es un acercamiento de ambas partes, tanto del hijo como de los padres. Hay que intentar ser flexibles y no imponer la norma, pero sin dejarnos pisar por  lo que ellos quieren en ese momento. Educarlos desde pequeños en la frustración y en la espera es imprescindible para evitar problemas en un futuro. En ocasiones, los padres pueden darselo todo a sus hijos, y por ello se lo dan, pero hay que enseñar que todo lo que se quiere no se puede tener con solo pedirlo. Hay que esforzarse y trabajar para conseguirlo, porque cuando son pequeños, puede que lo que quieran es un simple globo, pero con 15 años pueden querer una videoconsola de mucho más valor y sin haber hecho nada para merecérsela.

¿Quién nos valora?

Hoy me gustaría reflexionar sobre algo que nos ocurre muy a menudo y que por desgracia nos influencia sin que nosotros queramos. Me estoy refiriendo a los juicios de valor. Todo el mundo opina porque todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión, pero no porque alguien tenga una opinión sobre algo significa que ya tenga que ser cierta. Si yo opino que en 2 horas va a llover porque veo que hace viento, no significa que necesariamente vaya a llover ni que ese viento traiga nubes cargadas de lluvia... Pues como esto, pasan muchas veces. Valoramos las cosas y sobre todo a las personas sin tener en cuenta todas sus circunstancias y en muchas ocasiones sin saber. Si por ejemplo veo a una amiga y esta me dice que la camiseta que llevo no me favorece, no significa que vaya ese día mal o que esa camiseta no me quede bien, simplemente ella cree que no me queda bien; pero ¿es ella especialista en moda o asesora de imagen? Si me lo dijera alguien que se dedica a la moda, podría pensar que lleva razón, pero alguien que tiene sus gustos pero que no sabe más allá de eso, no tiene porqué influenciarme. A continuación os dejo un cuento que nos hará pensar sobre esto además de aclarar la cuestión:


El verdadero valor del Anillo, Jorge Bucay.

"Hay una vieja historia de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda.

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... –y haciendo una pausa agregó— Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

—E... encantado, maestro –titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien –asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó –toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. 

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado –más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

—Maestro –dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

—Qué importante lo que dijiste, joven amigo –contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

—Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

—¡¿58 monedas?! –exclamó el joven.

—Sí –replicó el joyero— Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

—Siéntate –dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda."

El hecho de que alguien no nos valore de forma adecuada ni en la medida en que nos merecemos, no significa que no valgamos nada o poco. Si creemos todo lo que nos dicen, terminaremos siendo así porque nosotros mismos nos quitamos ese valor. Por tanto, hay que tener cuidado con los juicios de valor que hacemos y que recibimos, pues cada persona es valiosa ya en sí misma y nadie nos puede hacer creer lo contrario.

¡¡Aumentar autoestima = Aumentar bienestar!!


La autoestima es el amor y aprecio que tenemos por nosotros mismos. Cada nueva experiencia, cada éxito o fracaso y todas las cosas que hacemos van formando y cambiando la imagen que tenemos de nosotros. Cuando un niño está en su etapa de desarrollo, se está formando su autoestima, y la autoestima en los niños es especialmente vulnerable, ya que tiene pocas experiencias con las que formarse una idea sobre si mismo. 
El ayudar a los hijos a desarrollar una buena autoestima es una de las tareas más importantes que tienen los padres.
El niño con alta autoestima tiene muchas posibilidades de ser un adulto feliz y exitoso; es el escudo que protege a los niños de los peligros de la vida: drogas, alcohol, delincuencia, etc... Si el niño forma una baja autoestima, le perjudicaría en la formación de su personalidad. Las inseguridades propias de la edad o los temores a fracasar ante lo desconocido, hacen que la autoestima pueda sufrir especialmente durante esta edad. 
La formación de la autoestima procede de dos elementos: el Yo real, la percepción de uno mismo, en lo que se incluye una visión objetiva de las habilidades, características y cualidades que se poseen y también las que no se poseen; y el Yo ideal, el ideal de uno mismo, es decir, la imagen de la persona que le gustaría ser. Cuando estos dos elementos se equiparan o están al mismo nivel, la autoestima es positiva. Por ejemplo, una chica que valora el hecho de ser popular y tiene muchos amigos/as se sentirá bien consigo misma. A la inversa, un niño cuyo ideal es ser un excelente estudiante pero no suele sacar muy buenas notas, tendrá una baja autoestima.

Por lo tanto, tener alta autoestima es tener una visión sana de sí mismo, alguien que acepta de modo realista sus defectos pero sin tomar una postura excesivamente crítica.

Durante la adolescencia, los chicos y las chicas se vuelve muy críticos con ellos mismos, necesitan ser aceptados por sus iguales, cuando antes lo eran por sus padres. Necesitan aproximarse lo máximo posible a ese ideal de yo, para sentirse bien con ellos mismos. Pero en esta etapa de la vida, los chicos y las chicas son muy influenciables por los mensajes que nos envia la sociedad y pueden derivar a problemas serios de autoestima que consecuentemente les lleva a realizar conductas de riesgo o a alterar sus hábitos alimenticios para conseguir conseguir ajustarse a ese ideal.

Los padres son la via principal para el buen desarrollo de la autoestima desde que nuestros niños son pequeños. Hay determinadas actitudes y comportamientos de los padres hacia sus hijos que previenen que su autoestima sea baja ayudando, además, a proporcionar un buen desarrollo emocional.
Dentro del ambiente familiar, surgen dudas sobre si la intensidad y calidad del afecto deben prevalecer sobre la cantidad del afecto. Muy a menudo los padres les resulta complicado compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos y se cuestionan si el tiempo y la dedicación que ahora ofrecen a sus hijos es suficiente  o si el hecho de ser insuficiente puede estar perjudicando el bienestar psicológico de su hijo. en estos casos, como se suele decir, es mejor la calidad que la cantidad.
En entradas anteriores, aparecían los estilos de apego que van íntimamente vinculados a los estilos educativos, que los padres utilizan para poner límites y dar afecto a sus hijos. Un estilo educativo adecuado tiene que estar basado en el respeto entre las partes, pero no desde la igualdad de estatus, como puede llevar a pensar el termino "democrático", que es uno de los estilos considerado como más apropiado. Este estilo permite al niño desarrollar todo su potencial facilitando el diálogo y haciéndole conocer los limites y normas de conducta, pero no por llamarse democratico debemos olvidar que un padre y una madre, deben ejercer su autoridad y tener una posición jerárquicamente más elevada donde se de control y se pongan consecuencias si son necesarias.  
Evidentemente, cada padre tiene su forma particular de establecer límites, normas o reglas y de corregirlas si éstas no se cumplen, también hay diferencias en la relación que establecen con sus hijos: qué tipo de conversaciones mantienen, que nivel de confianza hay entre ellos o que nivel de respeto muestran ante las opiniones que tiene cada uno.
El control que ejercen los padres democráticos es un control moderado. Establecen unas normas, con firmeza corrigen explicando el comportamiento que está mal y las consecuencias de éste a la vez que premian su cumplimiento. 
Un niño con una alta confianza en sí mismo (que no soberbia), tendrá mayores posibilidades de superar las dificultades que se le presentan. Hay una gran diferencia entre fomentar la autoestima y la soberbia. Fomentarás la soberbia en tu hijo si le inculcas la idea de que debe de ser perfecto. No cometas el error de presionar a tu pequeño, ya que puede ser perjudicial para su autoestima. Como padres, debemos contribuir a que el niño tenga un buen desarrollo de la autoestima y mucha confianza en si mismo y en sus posibilidades.
Con este estilo educativo su hijo sabrá que sus padres comprenden y les facilitan su apoyo de forma incondicional ante los problemas que puedan aparecer, sin miedo a reconocer que ha cometido un error.


Lenguaje y comunicación: Imprescindibles para la vida.

Como ya he hecho referencia en otros temas, existen hitos evolutivos que marcan el desarrollo normal de las personas. El hecho de que estos hitos no se den o no se den el la edad esperada, son indicadores de alguna alteración. El lenguaje es una cualidad que todos, biológicamente, estamos preparados, pero no se dará si el niño no está en un contexto social, donde está expuesto continuamente a pautas de comunicación y al lenguaje expresivo. Es decir, venimos con un repertorio de habilidades para desarrollar el lenguaje desde nuestro nacimiento, pero si no estamos expuestos a él en los primeros años de vida no lo adquiriremos de una forma natural. Cabe decir que existen alteraciones en el lenguaje dentro de trastornos como en TEA (Trastorno del Espectro Autista) que al parecer tiene un origen orgánico, neuronal que impide que el medio ejerza la influencia suficiente para que el lenguaje se adquiera de forma normal.

El lenguaje es un sistema codificado de signos basado en unas reglas especificas de combinación  a través de estas, es posible producir mensajes eficaces para establecer una buena comunicación con los demás. Además, el lenguaje puede ser verbal, no verbal, escrito o icónico:

  • Verbal: el mensaje es producido a través de sonidos.
  • No Verbal: el mensaje es transmitido a través de recursos expresivos de la cara y el cuerpo.
  • Escrito: el mensaje en presentado de forma visual a través de un código determinado del idioma, utilizando letras y signos.
  • Icónico: son los mensajes emitidos a través de los símbolos visuales como gráficos o dibujos.

En cuanto a las características principales del lenguaje, podemos decir que es aprendido, intencional y está relacionado con el desarrollo del pensamiento.

Por otra parte, está el concepto de comunicacion, que no es sinónimo de lenguaje. La comunicacion es la transmisión de información mediante un medio concreto o canal. Para que exista comunicación, el código de la información debe ser compartido por el emisor (persona que envia el mensaje) y el receptor (quien lo recibe y lo descodifica).

Los bebés son capaces de discriminar los sonidos de contrastes fonéticos más sutiles de todos los lenguajes humanos hasta los 6 meses, y a partir de esta edad, se va a ir perfeccionando en el lenguaje materno, que es el que escucha a diario, y va a adquirir una "sordera fonética" para aquellos sonidos que no escucha en el lenguaje materno. Un ejemplo muy sencillo es el que nos muestran los bebé chinos. Los bebés chinos no nacen con ningún problema para pronunciar el sonido de la r ; lo que ocurre es que en el idioma chino no existe este fonema y a medida que el niño va creciendo, al no oir el sonido de la r y al no practicarlo, cuando son mayores y tienen que aprender un idioma que contiene este sonido, les resulta muy costoso producirlo de forma correcta. 

La producción de las primeras palabras se da a los 12 meses, pero antes ha tenido que haber indicios de intencion comunicativa, como son:

Balbuceo, que comienza a la edad de 6 meses, o antes, y se extiende hasta los 10. los niños hacen sonidos semejantes al habla y consta de cadenas de vocales y consonantes combinadas en una larga serie de sílabas que se pueden repetir en pares o no ("ba-ba" para agua o "te-te" para culete). El balbuceo se marchita según el niño produce las primeras palabras. Parece ser universal: los niños sordos también balbucean con patrones de balbuceo ligeramente diferentes, sugiriendo que la percepción del habla juega algún papel. La función del balbuceo según Clark y Clark (1977) es que el balbuceo ofrece práctica para ganar control sobre el tracto articulatorio, por tanto hay una relación indirecta entre balbuceo y lenguaje.

Es importante resaltar la importancia de la comunicación no verbal en esta edad, puesto que es de esperar que señalen el objeto que desean con el dedito acompañandolo de este balbuceo. Si lo hace sin producir ningún sonido, no hay que preocuparse, pero si es bueno que no le demos el objeto de inmediato sono que le demos un poco de tiempo para que el niño intente apoyar su gesto con palabras o sonidos que interpretaremos q es el objeto q señala. Este nivel de comunicación lo llamamo protoimperativo, que se refiere a la utilidad que tiene el señalar algo con el unico deseo de obtenerlo; pero tambien existe otro nivel de comunicación no verbal que es el protodeclarativo; que se refiere a mirar al adulto de referencia para compartir esa experiencia  Si por ejemplo, la madre y el bebé juegan a lo globos y de repente se rompe uno, el niño mirará a la madre para compartir su experiencia de susto o asombro. Si una persona juega a lago con el bebé y está cerca su padre, el bebé lo mirará para compartir su experiencia de diversión.  Estas habilidades de comunicación, parece ser que los niños con TEA tienen dificultades.


Las palabras se producen a la edad de un año aproximadamente y se agregan nuevas palabras lentamente en durante los próximos meses, pudiendo aprender 5 palabras al dia entre los 12 y 16 meses de vida. De modo que a la edad de 18-24 meses el niño tiene un vocabulario de aproximadamente 50 palabras. En esta fase ocurre la explosión del vocabulario, donde el niño verbaliza un buen numero de palabras, pero esto no quiere decir que hasta ese momento no las comprendiera, ya que sabemos que los niños comprenden antes de producirlas. Los niños difieren en sus palabras más tempranas: Hay niños expresivos que enfatizan las personas y los sentimientos, y niños referenciales que enfatizan los objetos que tienen consecuencias posteriores. Las palabras tempranas pueden referirse a muchos papeles diferentes, no solamente objetos. Pr ello, los estilos de discurso se dividen en estilos:

  • Referencial: utiliza el lenguaje para describir y nombrar objetos 
  • Expresivo: para expresar sentimientos, emociones y necesidades tanto propias como ajenas.
Que tenga un estilo u otro no significa nada, lo normal es que esten los dos aunque es propio que predomine uno de ellos.


A los 18 meses el niño entra en la etapa de las 2 palabras, lo que llamamos habla telegráfica, produciendo frases como "nene-bibi" o "mamá-guapa".

A los 2 años ya conocen 180 palabras y es capaz de construir basicamente, la estructura del discurso. A los 2 años y medio, comienza a adquirir conciencia semántica y ya sabe que las palabras tienen significados precisos que permiten expresar ideas. A los 3 años su vocabulario es de aproximadamente 900-1200 palabras (González, 2006).

Entre los tres y los cuatro años nuestro niño es todo un parlanchín, utiliza el lenguaje como juego y le gusta hablar consigo mismo, con sus muñecos o con personajes imaginarios, inventar palabras, frases y rimas. 

El niño de 4 años puede reconocer e interpretar correctamente todos los fonemas de su lengua materna pero puede ser que le cueste pronunciar de forma adecuada algún fonema. Yo recomiendo que antes de esta edad, si vemos que nuestro hijo o hija no pronuncia bien alguna letra, no presionemos al niño para que la pronuncie correctamente o le corrijamos de manera constante ya que podemos frustrarlo o confundirlo, perjudicando la situación. Pero a partir de los 4 años, si es recomendable empezar a trabajarla de forma intencionado con técnicas logopédicas a través de un profesional en este área. 

A esta edad, el vocabulario del niño se enriquece, aprendiendo no sólo nombres, sino tambien verbos, pronombres, adjetivos y conjunciones.


Como ya señalé en los primeros momentos, el lenguaje se aprende dentro de un contexto social y somos nosotros, los adultos, los encargados de enseñarle esta herramienta tan importante para su vida.

¡No te tortures por tu destino, sácale todo su jugo!

En una ocasión, una persona se lamentaba con lo que podría pasar, con el futuro. Esto nos suele pasar cuando nos sentimos inseguros y no creemos en nuestras capacidades, en nosotros mismos... Esta persona me decía  "y si me despiden del trabajo, y si no encuentro otra cosa, y si ahora mis hijos no quieren quedarse conmigo ..." y se preocupaba continua y obsesivamente por su devenir. Entonces me acordé de esta historia que leí de Jorge Bucay, en Déjame que te cuente... Sin más, espero que os guste tanto como a mi: 

El Portero del Prostíbulo:


"No había en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pago que el de portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre. 

Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos. Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones. 
Al portero, le dijo: 


- A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes. 

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..... 

- Me encantaría satisfacerlo, señor -balbuceó- pero yo... yo no sé leer ni escribir. 
- ¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto... 
- Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo... 

No lo dejó terminar. 

- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte. Y sin más, se dio vuelta y se fue. 

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera vez desocupado. ¿Qué hacer? 

Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo. 

Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero recibido. En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. 

A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino. 

- Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme. 
- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo... 
- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano. 
- Está bien. 

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. 

- Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende? 
- No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula. 
- Hagamos un trato -dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?. 

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. 
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa. 

- Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo? 
- Sí... 
- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras. 

El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. 

"...No todos disponemos de cuatro días para compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas. 

En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. 

La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. 

Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón. 

Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primer ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente. Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos..... 

Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año, para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de lectura y escritura, las artes y los oficios más prácticos de la época. 

El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo: 

- Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primer hoja del libro de actas de la nueva escuela. 
- El honor sería para mí -dijo el hombre-. Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto. 
- ¿Usted? -dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo- ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir? 
- Yo se lo puedo contestar -respondió el hombre con calma-. Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería el portero del prostíbulo!." 

En ocasiones nos amargamos la vida pensando la mala suerte que tenemos o incluso imaginándonos todo lo "malo" que nos podría suceder... pero si no lo aceptamos, si no vemos su lado positivo, siempre estaremos paralizados, sumergiéndonos más y más en nuestra "desgracia". Este hombre, ante su desconocimiento de la escritura y lectura, buscó la manera de ganarse la vida. Buscó en su interior qué podría él ofrecer y consiguió un buen trabajo y una buena posición en su ciudad.

A veces la vida nos pone la zancadilla una y otra vez, pero si nos quejamos no nos levantamos. Tenemos que levantarnos y aceptar que puede que nos haya venido bien esa caída.  No hay que maldecir el destino por lo que ocurre, ¡sino aceptarlo y buscar la manera de sacarle el máximo provecho!

Que pasen un feliz fin de semana...

Técnicas de estudio para ¿evitar el fracaso escolar o trabajar para un óptimo desarrollo personal?

Acabo de leer este breve articulo El fracaso escolar en España y su influencia en los alumnos y me ha hecho pensar qué podría aportar desde aquí para mejorar esta situación. Entonces he pensado que unas adecuadas pautas de estudio ayudarían a prevenir el abandono / fracaso escolar. Es importante saber que quiere nuestro hijo y no crear unas expectativas irreales de las capacidades y preferencias del menor. Tenemos que saber cuales son sus potencialidades, sus fuertes y así potenciar donde le resulta fácil y apoyar las áreas que más le cuestan. Preguntar qué le gusta, si quiere hace una carrera o un grado. No hay formación mejor ni peor, sólo tenemos que buscar la que se adecue mejor a las preferencias y gustos de nuestro hijo. No hay que limitar ni cortar sus alas. Hay que aconsejar, mostrar el abanico de posibilidades y estudiar cada opción con calma y mesura. Obviamente, estamos en un punto en el que nuestro hijo ya es adolescente y va a dejar la educación obligatoria; pero para llegar con éxito a este punto existen herramientas que nos ayudarán a tal fin.

En primer lugar tenemos que crear un hábito. Este es un punto que parece tan obvio que se nos olvida. ¿Qué es un hábito? un habito es aquello que se hace siempre a la misma hora, en el mismo sitio y de la misma manera. Es decir sentarse siempre a la misma hora, todos los días en el mismo estudio y hacer los deberes y estudiar de la misma forma. Esto, tan sencillo como parece es el factor principal en el que fallamos. Cuando empezamos una actividad, si no lo hacemos con regularidad, la abandonamos, nos desmotivamos... pero si la hacemos siempre de la misma forma y en el mismo sitio y a la misma hora, esto nos sale solo, no tenemos ni que pensarlo. 
Esto engloba otro factor que es la organización. Tener el material organizado ayudará a realizar la actividad con mayor rapidez y eficacia, previniendo que el niño se disperse de camino al salón en busca de su agenda y se despiste viendo la televisión, por ejemplo. Tener todo el material necesario a mano, ayudará a que esto no suceda y su atención se focalice con menor esfuerzo. Hacer un listado de las actividades de cada asignatura ayudará a la organización de la tarea. Hay casos en los que los niños se distraen o no están motivados por la actividad y "pierden el tiempo en las musarañas". Una buena estrategia es dar un tiempo limite para cada asignatura. al principio, serán los padres quien gestionen este tiempo, y si en ese tiempo no ha realizado la tarea, se le retira el cuaderno y se le presenta la siguiente, poniendo el tiempo a cero.
De cara al estudio, lo ideal es realizar los siguientes pasos:

1. Lectura comprensiva: donde el niño vaya leyendo y extrayendo mentalmente las ideas principales. En muchas ocasiones leemos sin saber lo que leemos. Esta lectura es una lectura consciente, en la que tomamos conocimiento de lo que el texto nos dice. 


2. Subrayar: subrayamos las ideas importantes y significativas del texto. No se trata de subrayar todo el libro, porque eso no simplifica nuestro estudio, sino de destacar las ideas más contundentes y representativas del tema que se esté tratando. Para ello, podemos utilizar diferentes colores, que para nosotros representen distintos grados de importancia, y así nos dará una información gradual para luego dar prioridad a unas ideas u otras.

3. Resumen: Aquí se trata de recoger todas estas ideas que hemos ido destacando y crear un texto breve (resumen) con nuestras palabras de lo que se trata el texto a estudiar. Es muy importante este paso, pues la ejecución de la escritura deja una huella en nuestra memoria, haciendo que ya estemos estudiando y memorizando. 

4. Esquemas: Un esquema es una representación de las ideas principales y de la relación que existe entre ellas. Aunque normalmente al principio de cada tema, suelen venir en los libros de textos esquemas, es recomendable que el niño haga uno, dado que está hecho según su manera de relacionar los conceptos, su estilo de esquematización (de llave, flechas...) y que además, como he mencionado con anterioridad, la escritura ayuda a memorizar y a comprender los conocimientos.


La influencia del colegio y de la imagen que se da de los logros y fracasos es de vital importancia en las edades infantiles y adolescentes. Los niños, son un espejo y reflejan todo lo que reciben. Si un niño recibe constantemente "otro suspenso",  "o sacas un 10 o no es suficiente", "este no va a llegar a nada"... estos mensajes calan en la forma de actuar del niño. Si cree que es un fracasado, nunca lo intentará. En cambio si cree que es bueno, por más que se equivoque, lo volverá a intentar. Aquí toma relevancia las atribuciones. Si yo atribuyo mis logros a mi mismo, a mi trabajo, se que el éxito dependerá de mi, y que está en mi mano; pero si lo atribuyo a el azar, al sistema, por ejemplo, me esforzaré muy poco porque no creo en mi, en mis capacidades. De igual forma ocurre con la atribución de los fracasos. Si creo que he fracasado porque soy un tonto, porque no sirvo para nada, mi propia percepción de mi hace que yo sea mi propia barrera. Esto también produce lo que los psicólogos llamamos Indefensión Aprendida. Este concepto lo acuñó Seligman, psicólogo y escritor norteamericano. Seligman descubrió que, tras someter a un animal a descargas eléctricas sin posibilidad de escapar de ellas, dicho animal no emitía ya ninguna respuesta evasiva aunque, por ejemplo, la jaula hubiese quedado abierta. En otras palabras, había aprendido a sentirse indefenso y a no luchar contra ello. Este hecho se generaliza a las personas, creando un sentimiento de impotencia y de desamparo ante las continuas adversidades y problemas que no puede solucionar. A continuación , dejo un experimento que realizó una profesora en un aula para explicar este hecho. Inducir indefensión aprendida


Las atribuciones de nuestros fracasos y de nuestros logros van a ser un pilar fundamental para cómo percibimos lo que nos sucede y en consecuencia, comportarnos. Comportarnos de una forma u otra no va a ser más que la representación de nuestra personalidad, de nuestro modo de afrontar la vida y eso, al fin y a al cabo es nuestro desarrollo, nuestro paso por la vida. Por ello es muy importante concienciar a nuestros pequeños de que ellos son capaces, de que pueden conseguir lo que quieren con su esfuerzo, con su trabajo y que con constancia, organización y trabajo, todo es posible.

Visitas