La pubertad es una etapa crítica tanto para los chicos y chicas que pasan por ella, como para los padres de estos. Me quiero referir con crítica a un periodo de cambio, donde los adolescentes van asentando sus bases de personalidad, su autoconcepto y su estilo relacional social. Todo esto se construye a partir de una serie de cambios hormonales que están predefinidos desde la gestación y que es en ese momento donde se activan, produciendo cambios físicos, como la tendencia desarrollar fisicamente hacia una apariencia adulta, que es lo más evidente a simple vista. Pero ahora, esta activación hormonal no va a afectar sólo en su apariencia física, sino también en su orientación sexual, sus pensamientos se vuelven más complejos, más "filosóficos", y las relaciones parentales pasan a un segundo plano, siendo las relaciones entre los iguales primordiales.

En casa, estos cambios afectan a la relación con la familia, pues pueden optar por una forma de vestir o por estilos de musica muy diferenciados con los de sus progenitores y esto, en muchas ocasiones, crea situaciones de conflicto. Aquí los padres, tienen que mostrarse flexibles, dando una tregua en aspectos como horas de recogerse, estilo de ropa, y volumen de música por ejemplo. Esto no quiere decir, que los padres tengan que pasar a ser los "colegas" de sus hijos, invitarlos a una copa cuando salgan o dejarles recogerse por las noches a la hora que ellos quieran. Nada de eso, los hijos, tengan la edad que tengan, necesitan unos padres, aunque a esas edades, se sientan en un segundo plano, es en realidad el papel que tienen que ejercer. Los ejemplos que he puesto antes, son los más comunes y llevaderos, pero pueden darse conductas de riesgo como probar sustancias adictivas o realizar conductas de riesgo tales como montar en moto o en coche sin carnet. Es por ello la importancia de que los padres tienen que ser flexibles y negociar con sus hijos los limites, pero no imponerlos, pues conseguirían el efecto contrario, la rebeldia por parte del adolescente, ni dejarlos que hagan lo que quieran, pues son los tutores legales y los responsables de todo lo que les pase.

Por esta razón, podemos llegar a comprender porqué nuestros chicos adolescentes en ocasiones pueden mantener relaciones sexuales sin protección, consumir alcohol, parece no importarles suspender o no parecen comprender el riesgo que supone montarse en un coche tras haber bebido. Se dan una serie de factores de riesgo que promueven la probabilidad de que sucedan como son:
- Hormonalmente están preparados para mantener relaciones sexuales.
- Están abiertos a probar experiencias nuevas.
- Sus amistades son lo más importante y no quieren defraudarles. Necesitan ser aceptados.
- Su imagen y su aspecto tiene que ser lo mejor, lo perfecto, pues quieren gustar y diferenciarse.
- Al ser tan reflexivos creen saberlo "todo" y no les gustan seguir las normas.
Es por tanto muy importante escucharles y hacerles sentir aceptados. No hay que empezar a los 12 años, sino desde pequeños, poniéndole objetivos razonables y metas alcanzables, para que su autoestima vaya a la alza, y su visión de los padres no sea negativa. Negociar es un acercamiento de ambas partes, tanto del hijo como de los padres. Hay que intentar ser flexibles y no imponer la norma, pero sin dejarnos pisar por lo que ellos quieren en ese momento. Educarlos desde pequeños en la frustración y en la espera es imprescindible para evitar problemas en un futuro. En ocasiones, los padres pueden darselo todo a sus hijos, y por ello se lo dan, pero hay que enseñar que todo lo que se quiere no se puede tener con solo pedirlo. Hay que esforzarse y trabajar para conseguirlo, porque cuando son pequeños, puede que lo que quieran es un simple globo, pero con 15 años pueden querer una videoconsola de mucho más valor y sin haber hecho nada para merecérsela.
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