¡No más Rabietas ni Berrinches, por favor!

Muchas veces habremos visto a niños llorando y formando un escándalo en un supermercado o en un centro comercial, por cansancio, porque se ha encaprichado de algo... y sus padres no sabían qué hacer para calmarlo sin darle lo que quiere. Equivocadamente, se le termina dando, a veces, lo que quieren. Aquí os dejo un anuncio de preservativos en la que se ve esta situación:

Pero hay varias preguntas que se nos plantean en estas situaciones ¿son normales a ciertas edades? ¿tenemos que evitarlas dando lo que quieren o se lo tenemos que dar siempre? ¿por qué lo hacen? ¿son por llamar la atención?

Bueno, tenemos que decir que las rabietas son normales y frecuentes entre los 3 y los 6 años. Esto se da porque el niño necesita afianzarse como individuo diferenciado. Él ya es consciente de que es una persona con gustos, preferencias, con intereses... y quiere decidir. Quiere decidir lo que ponerse, lo que comer, lo que hacer, a qué jugar... y obviamente eso no es siempre posible. Por eso utilizan como recurso las rabietas. 

Las rabietas son una herramienta que en un primero momento se dan por azar y posteriormente por aprendizaje. Es decir, el niño ante una negativa se frustra, siendo su respuesta el llanto y los gritos. La mayoría de los padres, por no escucharlos, por evitar sus sufrimiento le dan lo que quiere. En un principio es por azar, porque el niño llora como respuesta al enfado y a su enfado responden los padres con lo que el quiere. Es en este punto donde el niño asocia "rabieta-premio" y por lo tanto, en las siguientes cosas que desee será más probable que llore y grite, dado que si en una ocasión consiguió lo que quería, porqué ahora tendría que ser diferente.

¿Cómo tenemos que gestionar las rabietas? 
Os voy a dar la solución estrella para padres, profesores y cuidadores en general: Nunca dejar que el niño se salga con la suya. Esta es la clave del éxito. Si un niño consigue lo que quiere a través de la rabieta nunca aprenderá otras formas más adecuadas de pedir las cosas y de aceptar las normas. Si consigue una vez lo que quiere a través de una pataleta, la próxima vez volverá a hacerlo de la misma manera, porque en otras ocasiones funcionó.   Es por ello por lo que no debemos darle nunca lo que quieren y que se salgan con la suya mediante una rabieta. Habría que esperar a que se calmen y preguntar que es lo que quiere. Si vemos que vuelve a llorar y a patalear, no debemos prestarle atención y volver a esperar a que se calme. Si se calma y pide lo que quiere y se le puede dar, pues se le da y si no, tiene que aprender que no se puede tener siempre lo que se quiere.

Os he comentado que las rabietas son normales y que tienen su momento cumbre entre los 3 y los 6 años, pero eso no quiere decir que antes no aparezcan. A continuación os dejo un vídeo de un niño muy pequeño que intenta llamar la atención de su madre a través de las rabietas: Bebé llamando la atención

Como veis, los niños pequeños también utilizan esta "particular" forma de llamar la atención. Es importante diferenciarla de otros llantos, porque en niños muy pequeños (menores a un año) es posible que al no haber adquirido aun el lenguaje, por su curso normal del desarrollo, sea a través del llanto su forma de pedir y de expresar sus necesidades.

Es importante educar a nuestros pequeños en la frustración y en el valor de las cosas. Hoy hablando con un padre me comentaba que gracias a que ya no ceden a estas rabietas, su hijo ha comprendido que puede conseguir lo que quiere, pero no sin esfuerzo. le comentaba el mensaje tan importante que con ello le mandaba a su hijo: "tu eres capaz de conseguir lo que quieras siempre que te esfuerces". 

A veces, damos a nuestros hijos todo lo que quieren porque podemos, no nos cuesta trabajo, o porque a nosotros nos lo negaron en su día y no queremos que ellos pasen esa privación. pero eso, en lugar de enseñar a valorar y a apreciar la gratificación del esfuerzo, es una barrera para reconocer ese valor que tiene nuestro esfuerzo. Llegará el día en que no puedan hacer lo que quieren, en que se tengan que ajustar a normas sociales y tengan que frustrar sus deseos. Pero para ese día sus padres ya le habrán enseñado que se vive en una sociedad, que lo que uno quiere se lo tiene que trabajar y que cuando llegue será una gran satisfacción recibirlo, porque eso es lo que tiene el esfuerzo, que da valor a las cosas que deseamos y por las que nos esforzamos.





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