Cuentos para pensar...

Ayer escribí sobre la importancia del juego y la influencia que ejerce en nuestro desarrollo. Otra de las maneras que tenemos de desarrollarnos es a través de los cuentos. Un cuento enseña una moraleja, un aprendizaje general que a través de unos personajes que representan un rol característico, aprendemos como comportarnos de forma adecuada en situaciones similares. Me gustaría, los fines de semana, como hoy, dejaros siempre un cuento. No quisiera contaros cuentos infantiles, sino cuentos para reflexionar y pensar sobre nuestra vida, nosotros, nuestra situación... y dedicarnos ese tiempo que a veces, sentimos que nos falta.

Seguramente conozcáis este cuento, es de Jorge Bucay. Es uno de los que primero leí de este autor, pero me gustó mucho y me gustaría poder compartilo con vosotros:


" Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?. ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…"
Jorge Bucay (2005). Déjame que te cuente... Los cuentos que me enseñaron a vivir. 
Al igual que a este animal, nos habrá pasado a nosotros también en muchas circunstancias de nuestra vida. Una situación negativa, una falta de habilidades en un momento determinado o una falta de conocimientos específicos nos puede haber hecho sentir incompetentes, tontos, débiles... pero tenemos que tener presente que las situaciones cambian, que nosotros mejoramos y que tenemos la oportunidad de volverlo a intentar una y otra vez. Si por una vez que no supe realizar un informe en mi trabajo de la forma en la que mi jefe quería ya no voy a saber hacerlo nunca más, aunque aprenda... estaríamos haciendo lo mismo que este elefante, no volverlo a intentar cuando tenemos la capacidad, la fuerza y el conocimiento para hacerlo.
¡Pasen un feliz fin de semana!

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